28 febrero 2006

Eto'o, racismo, deporte e insultos

No cabe duda que para divertirse este año con el fútbol hay que ver los partidos del Barça. Por eso decidí ver el partido que el pasado sábado de enfrentaba al Zaragoza, pero escogí mal. Sea porque el Barça estaba cansado de la proeza londinense del anterior miércoles (1-2 al Chelsea en Champion), sea porque su entrenador aprendió la lección tras la derrota que había sufrido en la Copa del Rey contra ese mismo equipo, el caso es que el Barça jugo a la italiana, pero eso sí, como casi siempre ganó, lo que no evitó que yo me durmiese en el segundo tiempo. Me despertó mi primo Santi que veía conmigo el partido para avisarme: "¡Eto'o se va, no aguanta más los insultos racistas y se va!". Al final como todos sabéis no se fue. Le convencieron entre todos para que siguiese jugando. En ese momento, mediada ya la segunda parte, el resultado era de empate a cero. Al final el Barcelona se impuso 0-2.

No entraré a juzgar si Eto'o hizo bien o mal, de eso ya se ha hablado mucho estos días, ni siquiera voy a opinar sobre si España es o no un país racista. Sobre lo que quería llamar la atención es como en deportes como el fútbol, el baloncesto, el balonmano que apasionan a una gran parte de la población, niños incluidos, son espectáculos en los que la violencia verbal está incorporada de forma tan natural que a nadie extraña ir a un campo de fútbol y oír en la hora y media que dura un partido cientos de insultos dirigidos a árbitros, jugadores del equipo contrario, jugadores de tu propio equipo, afición del equipo contrario, grupos de tu propia afición. Cuando esto ocurre en el estadio de un equipo profesional en el que hay dinero en juego y medios de comunicación calentando el ambiente podemos encontrarle alguna explicación. Pero cuando ves como una madre en el patio de un colegio, viendo el partido de su hijo de diez años amenaza de muerte al arbitro que es otro niño sólo un poco mayor, delante de los demás padres, de su hijo , de los demás niños y nadie hace ni dice nada y cuando ves que esto no es un caso aislado, sino que pasa en muchos colegios, comprendes que algo en el deporte de este país no funciona bien.

Me apasiona el deporte y por eso me preocupa mucho este tema. Creo que el deporte puede ser una gran aliado en la educación de los niños, pero no por este camino. A través del deporte se aprenden valores tan importantes en la vida como compañerismo. Se puede aprender a perder y a ganar (algo casi más difícil). Pero lo que hay que enseñar a los niños es que al final de todo no es más que un juego.

Por eso me gustaría que no sólo los insultos racistas nos preocupen. Está claro que en la sociedad multicultural en la que nos estamos convirtiendo es un tema delicado que merece una especial atención, pero me gustaría que no nos creamos que hemos vencido cuando a un jugador negro del equipo contrario dejen de llamarle mono para llamarle hijo de puta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He oido ya dos veces a la misma persona comentar sobre este tema despues de que el periodista, por oportunismo informativo, se lo requiriese. Su respuesta me parece la acertada y como vereis después tiene razón para decirlo. Su respuesta es que no es un tema de racismo sino de educación. No importa que Etoó sea negro o que carmen linares sea gitana o que albert einstein fuese judio o que ibn jaldun fuese árabe; la cuestión es que quien hace ese comentario ha sido maleducado. De quien tomo esta respuesta, más o menos, es de Pablo Alfaro, jugador al igual que el primero de futbol pero que fue abucheado e insultado el pasado domingo en un campo, por que tuvo enfrente a maleducados.