24 noviembre 2006

Infancia

El pasado lunes 20 de noviembre se celebró el Día Universal de la Infancia. Segun datos recogidos datos recogidos en la web de Aldeas Infantiles
-149 millones de niños están desnutridos (1 niño muere en el mundo cada 7 segundos por hambre).
-11 millones mueren por causas evitables.
-100 millones no van a la escuela debido a la pobreza, la discriminación o falta de recursos.
-1,4 millones de niños menores de 15 años tiene SIDA (4,3 millones han muerto por esta enfermedad y 13 millones son huérfanos por ello).
-250 millones, entre 4 y 5 años, son explotados laboralmente (en España hay 170.000 que trabajan).
-300.000 luchan activamente en conflictos armados.
-2 millones murieron entre 1990 y 2000 por conflictos armados, 6 millones sufrieron heridas o quedaron impedidos, 12 perdieron su hogar y más de un millón son huérfanos de guerra.

En su libro Ébano , el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, a través de su experiencia como corresponsal en Africa, hace un impresionante retrato de este continente. De él extraigo el siguiente fragmento que nos muestra la situación que muchos niños viven allí.

Niños solos y abandonados van allí donde se estacionan las tropas, donde hay cuarteles, campamentos o etapas. A fuerza de ayudar y trabajar, acaban formando parte del ejército: son "hijos del regimiento". Reciben un arma y no tardan en pasar por el bautismo del fuego. Sus colegas mayores (¡también niños!) a menudo se muestran perezosos, y cuando hay una batalla con el enemigo a la vista, mandan a los pequeños al frente, a la primera línea de fuego. Estas escaramuzas armadas de la chiquillería resultan especialmente encarnizadas y sangrientas, porque el niño carece del instinto de conservación, no siente ni comprende el horror de la muerte, desconoce el miedo que sólo la madurez le hará conocer.
Las guerras de niños se han hecho posibles también gracias al desarrollo tecnológico. Hoy las armas de repetición de mano son ligeras y cortas; sus nuevas generaciones se asemejan cada vez más a juguetes infantiles. El viejo máuser era demasiado grande, pesado y largo para un crío. El niño pequeño tenía el brazo demasiado corto para llegar al gatillo sin esfuerzo y, también, el punto de mira resultaba excesivamente lejano para su ojo. Las armas modernas, al eliminar tales inconvenientes, solucionan estos problemas. Su tamaño se ajusta tan perfectamente a la silueta de un niño que más bien causan un efecto infantil y gracioso en manos de un soldado alto y fornido.
El hecho de que el niño sólo sea capaz de usar armas de mano, de alcance corto (pues no sabe dirigir el fuego de una batería de artillería ni tampoco pilotar un bombardero), ha hecho que los combates en las guerras de los niños adquieran la forma de un choque directo, de un contacto físico, casi de un cuerpo a cuerpo: los pequeños se disparan a quemarropa, hallándose a un paso los unos de los otros. Los efectos de estos duelos suelen ser aterradores, pues no sólo mueren los que caen fulminados en el campo de batalla. Dadas las condiciones en que se desarrollan aquellas guerras, también pronto acaban muriendo los heridos: de hemorragias, de infecciones y por falta de medicinas.


Ebano, recomendación de mi amigo marbellí Carlos Javier, se ha convertido en uno de mis libros favoritos.

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